jueves, 7 de mayo de 2009

!Hacia las Pléyades!.
















Era de Noche. Hacía Frío en aquella siniestra soledad.


- ¿Es él?
- Si, es él.
- Pero, no entiendo… es imposible.
- Desde luego que no, es él…
- ¡Imposible!...este hombre no podía morir, ¿me entiendes?
- Pues eso creíamos… y he ahí… no hay duda, es él.
- Tengo miedo…ahora tengo más miedo que antes.
- Yo también… pero es él.
- Tengo miedo de lo que nos pueda pasar ahora.
- ¡Que increíble! ¿Cómo pudo ser?
- Tenemos que irnos, ¡ahora mismo!
-Pero no podemos dejarlo aquí… ¡No en este lugar!
- ¡Nadie sabrá quien era!, escapemos ahora….
- Es cierto… nadie sabrá quien fue, pero si escapamos, nunca sabremos cómo ocurrió esto, entiende.
- ¡Pues no me interesa en lo absoluto!, nadie debe saber que estuvimos aquí, estaremos a salvo si nos vamos, ¡ya mismo! ¡Alejémonos de toda esta locura!
- Espera… solo quiero ver sus ojos, por última vez… tan sólo una ultima vez…


Levantó la escafandra y ahí pudo ver los refulgentes ojos. Que brillaban, cómo si de bengalas se tratara, apuntaban hacia las Pléyades.

Una última visión… tan intima, que pareció durar eras interminables para los hermanos Bastëhen.

Aquellos tres cuerpos desaparecieron en el acto. Sólo que ni siquiera ellos se dieron cuenta, que cuando un inmortal muere, se da una singularidad espacio temporal. Algo que ocurrió en el Big Bang y que sigue ocurriendo en los Agujeros negros.

Nuestros instrumentos de medición fueron totalmente inservibles para predecir la posición de los tres cuerpos, que como si fuera producto de una obra surrealista, dejaron de existir en esta realidad. Hasta el último átomo.

Despues de todo, podemos comprobar que la paradoja de Hawking no es del todo alocada. La información si desaparece, sabrá quién a donde.


ESCRITO POR :
A.J. FLORES
07042009

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