domingo, 13 de septiembre de 2009

Nasciturus.


Dijo:

- !La vida es una locura!, Todo lo que sucede, tenía que suceder.

Cuando el viejo se encuentra mirando la torre, puedo contemplar su perfil abstracto. Su perfil inhumano.
Las canas enmarañan una cabeza que no sufrió nunca los embates de la calvicie.

Recordé siempre el 12 de Septiembre, por el temblor en sus manos.

Y sonrió y sus ojos, los ojos de una vida ya apagada pero no consumida, me miraron.

- Yo nací dos veces.- me dijo.

-¿Estuvo acaso al borde de la muerte y volvió del coma profundo? - le dije intrigado.

- Nací dos veces. Concebido por dos madres.

- Ha reencarnado entonces...

- ¡Para nada!, nací en el mismo cuerpo. Un 12 de septiembre, fui nuevamente concebido, entre los temblores y las sacudidas, volví a respirar los efluvios del aire que todos respiramos. No sabes lo que es sentir nuevamente tus huesos, tus pulmones, y contemplarla… a ella…en el frío de la concepción. Volví a berrear como berrea el recién nacido, volví a quedar sin ropaje. De su aliento la vida que había perdido, el vaho que te mantiene latiendo. De mi mirada perdida en el peor de los miedos, llegué a su mirada certera. Y la calma, perpleja. Perpleja calma...

Luego de eso secó sus ojos con un fino pañuelo anacrónico. Y yo dejé de observarlo. Me dediqué a perder la mirada.

Un hombre muere y dos meses luego de su entierro, un movimiento telúrico lo saca de su tumba. Volviendo a latir su corazón, volviendo a respirar. Concebido por la madre tierra. Su segunda madre.
Curioso. Parecía un caso atípico, encerrado en los albures de la historia. Efectivamente lo fue.


- Yo también he sentido lo mismo.

- ¿Y luego? – preguntó el viejo.

- Luego... luego siento que no tengo alma, que nací vacío... que he vuelto a nacer, pero vacío. ¿usted sabe?

- Ja!...¿que decís?... ¿acaso no ves mis ojos?... - refunfuñó.


Efectivamente, razón de sobra tenía para confiar en mi suerte. Afortunado era de haber encontrado un segundo nacimiento. Pero sin ser escupido por la tierra. Nací de una intimidad esotérica. Luego y viéndome al espejo compruebo que aun tengo alma, sólo que ahora está en el emocionado ir y venir transmigratorio, del cordón umbilical que me une a la mujer que se volvió madre. De mi alma.

Levantase pues, el viejo con su mirada perdida, su pañuelo anacrónico y con aquel temblor, que desde que volvió a nacer, nunca dio calma a sus manos.

Caminando se fue, sin siquiera mirar atrás.

A.J. FLORES
120909

No hay comentarios:

Publicar un comentario